Peter
Al ver aquella descomunal y aterradora grieta, corrí a ponerme mis deportivas y apresuré a salir al pasillo. Abrí la puerta con brusquedad y de un portazo. Noté un golpe en la puerta y miré detrás de ella. Para mi sorpresa era la vecina de dos puertas más allá, Melody. Me quedé unos cuantos segundos en babia, pensando en lo que había odiado a aquella chica esta mañana. Malditos vinilos, malditas canciones setenteras, MALDITA ELLA Y SU TOCADISCOS DEL DIABLO.
Aunque le ofrecí mi mano (con cara de desinterés), Melody se levantó ella sola, sacudió la cabeza y luego me miró de arriba abajo. Sin pararnos demasiado debido a la situación, le hice un gesto con la mano para que me siguiera y salimos al galope.
Cuando ya habíamos salido con dificultad, miramos hacia arriba, el bloque se estaba viniendo abajo por momentos, teníamos que huir.
Mientras huíamos en dirección contraria a nuestras casas, nos dimos cuenta de que casi todas (o todas) las casas y edificios de la manzana estaban en llamas o derrumbados. Era un paisaje dantesco y asolador. Melody divisó un coche, y se dirigió a el para reventar la ventana y comprobar si funcionaba. Mientras estaba en ello una gran explosión hizo que su honda expansiva hiciera saltar las alarmas de todos los coches, yo me cayera al pavimento y Melody se agitara bruscamente dentro del vehículo.Todos mirábamos con espectación y sordera el lugar de donde provenía aquella devastadora explosión, y por unos segundos parecía que no iba a suceder nada más, hasta que otra explosión hizo volar por los aires a la parte de arriba de un edificio.
Íbamos a morir todos.
Melody consiguió arrancar el coche, y yo aún seguía espantado mirando al edificio, pensando en toda la gente que habría muerto ahí. Mi vecina gritó asomando la cabeza por la ventana y con cara de loca:
- ¡VAMOS, VAMOS, VAMOS! ¿¡QUÉ SE SUPONE QUE HACES PETER!? ¡NO TENEMOS TIEMPO, ANDANDO!
Y yo, por miedo a lo que estaba pasando y a Melody, me subí al coche sin pensarlo dos veces.
La gente corría apabulla ante nuestro vehículo y no nos movíamos por temor a atropellar a alguien. Al final, Melody tomó la decisión de pitar como si la poseyera el mismísimo Diablo y conducir de igual manera. Finalmente llegamos hasta las afueras de la ciudad, donde no había mucha mejora del entorno, y encaminamos una ruta solitaria de asfalto que nos conduciría a quién sabe dónde.
A mitad de camino, el coche, desgraciadamente, se quedó sin gasolina, y nos nos quedó más opción de seguir a pie.
A los ya, más o menos y a ojo, andados 5km, encontramos una camioneta Mercedes-Benz del 95, manual, de motor 3.2, cinco puertas, de nafta, rural y con 210.000 km. El padre del padre de mi abuelo, mi abuelo y mi padre eran mecánicos. Y mi padre y mi abuelo nos enseñaron a mi hermano John y a mi todo lo que sabían. Que tiempos aquellos cuándo J&P Mecánicas todavía estaba en funcionamiento... Una pena que mi hermano y yo nos peleásemos.
Melody y yo nos acercamos exhaustos a la camioneta cruzando nuestros dedos contraídos y fatigados para que alguien se encontrase en el interior de aquella camioneta. Nos asomamos por las ventanillas y por suerte si que había alguien. Era un hombre de unos 50 o 55 años, barrigón, algo desaliñado, con barba, pelo cano y una áspera y vieja gorra roja de TOYOTA. Estaba amaneciendo y el hombre aún dormía. Iba a despertarlo con suavidad, pero Melody, al parecer padecía de dolor de estómago o "muelle flojo" y soltó una flatulencia que despertó al hombre de inmediato.
Estuvimos hablando un rato y le comentamos todo los que nos había sucedido en tan pocas horas. El hombre, cuyo nombre era Chad, se quedó asombrado. Pues el ni vio ni escuchó nada parecido a lo que de nuestras bocas salía. A pesar de tu tenue pero notable incredulidez, con amabilidad se ofreció a llevarnos con el hasta su pueblo, donde nos daría algo de comer. Nos dio una cantimplora llena, que a regañadientes Melody y yo compartimos. Luego nos pusimos en marcha hacia el pueblo de Chad.
Estuvimos cerca de 1h en coche y cuando llegamos a Codos (el pueblo) estaba todo destrozado.